RELACIONES INTERÉTNICAS Y USUFRUCTO DEL AMBIENTE: Aportes para una historia social y ambiental en el chaco central.
Héctor Hugo Trinchero*.
* Profesor titular regular. Cátedra Antropología Sistemática II (Antropología Económica) Departamento de Ciencias Antropológicas. Facultad de Filosofía y Letras. U.B.A.
Introducción
Las transformaciones en el medio ambiente natural (y esto vale en general para todas las épocas y tipos de organización social) no son exteriores a los procesos sociales y culturales. Allí donde encontramos organización social se evidencian también intentos de apropiación , usufructo y por lo tanto procesos de transformación de la naturaleza . Pero la dinámica de los ambientes naturales, tampoco puede ser explicada meramente como una variable dependiente de los procesos sociales : los sistemas naturales imponen ciertos límites y posibilidades a dichos intentos de apropiación y usufructo por parte de las organizaciones sociales. En ésta dinámica contradictoria entre sociedad-naturaleza se inscribe, en líneas generales, la posibilidad de construcción de una historia sistemática del ambiente.
El objetivo central del presente artículo es analizar las transformaciones históricas del ambiente chaqueño a partir de las formas de usufructo y aprovechamiento del mismo por parte de los pobladores actuales indios y criollos. Nos referiremos también a las características diferenciales de inserción por parte de dichos pobladores en los procesos de expansión de la frontera agraria y agroindustrial en la región.
De manera esquemática, la región sudamericana conocida como Gran Chaco puede ser subdividida, de norte a sur, en tres grandes zonas: Boreal, Central y Austral. El Chaco Central, ámbito al que nos referiremos específicamente , corresponde al espacio territorial ubicado entre los dos ríos principales de la región: el Pilcomayo y el Bermejo y abarca en territorio argentino la totalidad de la provincia de Formosa y el noreste de la provincia de Salta. Al mismo tiempo comprende un distrito oriental más húmedo, un distrito occidental, más seco, y un distrito serrano que limita con las primeras estribaciones andinas.
Desde fines del siglo pasado, las campañas militares hacia el "desierto" chaqueño con el objeto de expandir el control del estado sobre estas "indómitas tierras de indios", la explotación de los inmensos recursos forestales y particularmente del quebracho colorado, el desarrollo creciente de las agroindustrias del azúcar en el denominado "Ramal" de Salta y Jujuy, la instalación del ferrocarril con el objeto de llevar la producción hacia los principales puertos, la explotación algodonera en el oeste más fértil , constituyeron las expresiones mas significativas del proceso de expansión capitalista que transformo profundamente el espacio chaqueño.
Sin embargo, los espacios interiores del Chaco centro-occidental, habida cuenta de la relativamente baja capacidad agrícola del suelo, no fueron objeto de inversiones directas tendientes a valorizar un usufructo del suelo .
En este proceso, la región centro-occidental quedo conformada por dos formas de ocupación "tradicional" del suelo, aunque diferentes en cuanto al aprovechamiento del medio ambiente y con distintas modalidades de inserción productiva.
Por un lado, la ocuparon los distintos grupos y parcialidades étnicas aborígenes que se reagruparon luego de la ofensiva de aquellas campanas militares al Chaco (grupos Mataco-Wichi,Tobas,Chorotes y Chulupies, principalmente). Población que, paralelamente a la reorganización de sus actividades de pesca, caza y recolección en el monte no ocupado militarmente o por actividades de tipo capitalista, constituyó la mano de obra principal reclutada para los ingenios que la requerían en forma intensiva en determinado periodo del año.
Por otro lado, hacia principios de siglo (1904-1906) aquel espacio de refugio frente a las posibilidades ciertas de exterminio para la población indígena comenzó a ser ocupado en forma sistemática por criollos ganaderos provenientes del norte de la provincia de Santiago del Estero y el sur de la provincia de Salta. Estos grupos, migraron hacia la zona en busca de pasturas para el desarrollo de una forma particular de ganadería extensiva, ligada a mercados de la región .
La introducción masiva de ganado bovino, junto a un manejo del rodeo de tipo tradicional caracterizado por el requerimiento de grandes extensiones de tierras para el sustento de dicha actividad, fueron la base para el inicio de un proceso conflictivo de ribetes hasta trágicos en las relaciones interétnicas criollos-indígenas y que continúa hasta la actualidad.
El Tajni (el monte y sus recursos para los Mataco-wichí), el "almacén primitivo de víveres" (en la gráfica expresión de Marx) y sus extensos pastizales como condición central en la reproducción de la ganadería extensiva del criollo, ha sido y está siendo en la actualidad escenario de un proceso de transición sobre cuyas vicisitudes y consecuencias posibles intenta reflexionar este trabajo.
Sin embargo, es necesario aclarar que los impactos ambientales, si bien muy importantes, no han sido los únicos factores que explican el incremento constante de los conflictos entre los pobladores indígenas y criollos del Chaco centro-occidental. Detrás de la evidencia de las transformaciones ambientales de las que daremos cuenta, es posible analizar el proceso de deterioro en las condiciones de vida de unos y otros, aunque con particularidades específicas. Por ello, este trabajo abordará también las trayectorias económicas y sociales de ambos grupos sociales.
Los pobladores del chaco centro occidental.
Mas allá de su relativa homogeneidad fitogeográfica, el Chaco central es un ámbito en el que coexisten grupos étnicos aborígenes con pautas culturales heterogéneas y trayectorias históricas de relacionamiento con la población criolla diferentes. Dadas las limitaciones de espacio y con el objeto de dar cuenta de algunos aspectos particulares, nos referiremos aquí específicamente a la población criolla e indígena del sector salteño del Chaco central (que denominaremos de ahora en más Chaco salteño).
Una idea de la distribución de la población considerando las autoadscripciones de identidad surge del siguiente cuadro:
Población del chaco salteño (lotes fiscales 14 y 55)
Población |
Fiscal 55 |
% |
Fiscal 14 |
% |
Total |
% |
Indígena |
4.534 |
73.7 |
1.500 |
59.7 |
6.034 |
69.7 |
Criolla |
1.614 |
26.3 |
1.014 |
40.3 |
2.628 |
30.3 |
total |
6.148 |
100.0 |
2.514 |
100.0 |
8.662 |
100.0 |
Fuentes: Censo Ministerio de Bienestar Social (Salta) e Informe UNSA.
Como se observa en el cuadro anterior, en promedio, casi el 70% de la población pertenece a distintas parcialidades indígenas, mientras que el restante 30% a pobladores criollos, en su mayoría practicantes de una ganadería extensiva de monte.
Sin embargo, a pesar del diferente peso demográfico, la población criolla ocupa de hecho la mayor cantidad del territorio, mientras que las parcialidades indígenas residen en comunidades con dificultades cada vez mayores de transito y usufructo de los recursos del monte.
La agudización de los conflictos interétnicos entre los pobladores indios y criollos detectables en los últimos tiempos, en relación a los respectivos reclamos territoriales frente a las autoridades estatales, tiene su explicación inicial en la disputa por los recursos cada vez más escasos del monte ya que las pautas de reproducción económica y social de ambos sectores compiten entre sí. Para comprender las características profundas de esta situación es necesario introducirse en el análisis de las trayectorias sociales de las modalidades productivas y reproductivas de cada grupo.
La ganadería criolla y el usufructo del monte.
Previamente a la incursión de la ganadería criolla, los distintos grupos étnicos del chaco central habían tenido escaso contacto con el ganado bovino. Fueron los grupos guaycurúes del Oriente y del Chaco austral quienes, a partir de la incorporación del caballo sobre todo en el siglo XIX llegaron a comerciar importantes cantidades de ganado con fracciones de la burguesía criolla en las fronteras.
Sin embargo, la presencia del ganado cimarrón y el manejo mercantil del mismo por las naciones guaycurú, eran de magnitud relativamente escasa en relación a la importante disponibilidad de territorio. En cambio la ocupación criolla iniciada en 1902 con la fundación de la denominada "Colonia Buenaventura" (hoy Santa Victoria Este, departamento de Rivadavia Banda Norte, Salta) tuvo un impacto de enorme significación en la región. Considérese al respecto que, en escasos cuatro años , la población criolla ocupante pasa de 50 a 2007 individuos y el numero de animales vacunos de 3000 a ca. 80.000 (Trinchero-Maranta:1987,78).
La llegada de los criollos al Chaco central se vio impulsada por varias causas interrelacionadas. Las más significativas son: la consolidación de la frontera de fortines sobre el río Bermejo luego de las sucesivas campañas militares "al desierto". Los inmensos pastizales, según las descripciones realizadas por los viajeros de la época y la situación fronteriza que permitía el comercio de ganado para un mercado regional en expansión.
Si bien esta actividad tuvo un importante auge hacia principios de siglo y fue luego favorecida por la guerra del Chaco, en las últimas décadas ha sufrido un deterioro notable. Lo expresado se refleja en el siguiente cuadro sobre la evolución histórica del stock ganadero:
Comparación del stock de ganado bovino para el conjunto de la región. Censos de 1952 y 1988.
Departamento
|
1952 |
1988 |
% sobre total 1952 |
Anta |
171.773 |
22.680 |
13,2 |
Rivadavia |
91.063 |
32.307 |
35.5 |
Rosario de la Frontera |
77.302 |
1.293 |
1.7 |
G. San Martín |
64.560 |
11.785 |
18.3 |
Metán |
63.098 |
1.717 |
2.7 |
Dirección General de Estadística y Censo, Salta e INDEC ( Censo Nacional Agropecuario de 1988, vol. 23).
Es necesario señalar que no sólo el Chaco Central sufre esta significativa disminución del stock ganadero sino que en el conjunto de departamentos de la región sucede algo similar e incluso con mucha mayor intensidad:
Según el cuadro anterior en todos los departamentos correspondientes al Chaco Central y al umbral al chaco salteño se aprecia una significativa disminución del stock ganadero, tal es el caso de los departamentos del umbral al chaco . Dicha merma se explica, como un resultado del proceso acelerado de expansión de la frontera agraria que ha desplazado a la ganadería tradicional. De todas manera puede advertirse ya que aquellos departamentos con expansión agrícola más reciente (Anta y San Martín) el proceso aún no ha alcanzado el impacto de los anteriores.
El departamento de Rivadavia, observa una disminución, si bien muy significativa, proporcionalmente menor. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que este departamento no fue afectado por ningún proceso de expansión de frontera agraria de corte capitalista. Aquí, los factores que parecerían explicar dicha merma son, principalmente, las limitaciones medioambientales y el tipo de manejo del ganado que han tornado progresivamente cada vez más inviable este tipo de explotación (Cfr. Morello; op. cit.).
Los impactos sociales y ambientales mas importantes que produjo la incorporación masiva de ganado en la región a partir de la colonización criolla hacia principios del presente siglo y que nos interesa destacar aquí son los siguientes:
a) Una disminución sustantiva de los animales herbívoros autóctonos, en los que se basaba la caza, desplazados por la ocupación del ganado.
b) El manejo tradicional del ganado, realizado "a campo abierto" paralelo al un incremento del número de cabezas superior a la capacidad de sustentación del medio produjeron una ocupación extensiva del suelo con impactos fuertemente negativos en la capacidad de desplazamiento de la población aborigen.
c) La modificación de las pautas de uso de los ríos y los pozos y cañadones para la población aborigen constituyó otro aspecto significativo ya que el control de los mismos, fundamental para la ganadería practicada por los ocupantes criollos, los desplazó de su acceso provocando situaciones de alta conflictividad entre ambos sectores.
d) El sobrepastoreo en combinación con las características de sequía o bien inundaciones periódicas, indujeron a una evolución de la fisonomía vegetal de parque a un bosque mixto con suelo denudado, ante la imposibilidad de recuperación de los pastizales (Cfr. Morello y Saravia Toledo:1959).
Estos impactos se reflejan también en el cambio del tipo de ganadería practicado. Si observamos en el cuadro siguiente, otros tipos de ganado (caprino ovino y porcino) han desplazado en términos absolutos y porcentuales al ganado bovino, siendo el de mayor influencia el ganado caprino. Todo ello en el marco incluso de un proceso de continuo crecimiento de la superficie ocupada por este tipo de explotación en el departamento (Cfr. Informe UNSA:11).
Composición del stock ganadero en Rivadavia.
Departamento |
Vacunos |
Ovinos |
Porcinos |
Caprinos |
Rivadavia |
32.307 |
14.001 |
12.797 |
31.521 |
Fuente: Censo Nac. Agropecuario, 1988.
La cuestión de la degradación de la calidad y cantidad de las pasturas es un factor central en el análisis de la trayectoria involutiva en la dinámica de la economía doméstica ganadera del criollo. Sin desechar este factor, que se constata de manera clara en los análisis ambientales ,pensamos que pueden existir otros factores, incluso de mayor peso explicativo, del fenómeno analizado.
En primer lugar observamos que el mercado de consumo local ha ido sufriendo una transformación a lo largo de los años. Tradicionalmente se consumía en la provincia las carnes producidas en la región. En la actualidad, buena parte -que puede estimarse como mayoritaria- de las mismas vienen del sur, según el discurso y las prácticas observadas de los pobladores en tanto consumidores. Este cambio en las pautas de consumo sería atribuible a la caída de las exportaciones pecuarias pampeanas. Ciertamente dichas exportaciones resultan hoy mucho menos significativas en términos absolutos que a principios de siglo, presentándose entonces los mercados regionales como plazas sustitutas. Esto trajo aparejado un proceso de declinación en el mantenimiento de los rodeos criollos orientados para la venta en el mercado regional .
Sin embargo, y paralelo al proceso anterior, aparece un mercado alternativo: Bolivia y fundamentalmente Paraguay. Como se sabe, estos fueron muy importantes durante la guerra entre aquellos países . Es muy probable que con posterioridad al conflicto aquellos mercados perdieran significación y la producción se haya destinado fundamentalmente a las ciudades regionales. También pudieron haber incidido las restricciones a la exportación de ganado en pie en la década pasada. Pero ante el avance de las carnes pampeanas, por un lado, y el crecimiento del mercado en los países vecinos -particularmente el paraguayo-, la exportación - siempre ilegal- pasó a ser el principal destino de la producción vacuna.
De todas maneras, dicho mercado no es tan significativo, en términos relativos, como lo fue en su momento el mercado regional, ya sea por las diferencias de poder adquisitivo en uno y en otro, o bien por la competencia que en los nuevos mercados ejerce la producción de aquellos países y las exportaciones de otras regiones de nuestro país, así como del Brasil.
Este redimensionamiento de los mercados de colocación sumado a los riesgos del sistema de contrabando parecen haber sido importantes factores de desaliento, en particular para las nuevas generaciones de criollos ganaderos. Al mismo tiempo, la caída de los precios -ante la competencia pampeana- llevó a la descapitalización paulatina de los productores que se vieron crecientemente obligados a reducir sus rodeos. Sin poder comprar más animales y destinándose la cría para autoconsumo -y sin dejar considerar en cierta medida la degradación de pasturas- la sustitución de la vaca por la chiva (animal barato, rústico, de alta tasa de reproducción, fácil manejo y funcional a la escala de consumo familiar) parece revelarse como la "estrategia" de economía doméstica más adecuada desde el punto de vista de la ganadería criolla fronteriza.
El impacto del caprino sobre la cobertura vegetal es por demás conocido, cerrándose entonces sin más posibilidades para el pastoreo vacuno fundamentalmente durante la estación seca cuando coinciden las áreas de forraje.
Entonces, aún estando la ganadería en decadencia, esta actividad sigue siendo la más significativa de la zona ya que no existen prácticamente otras de más alta integración mercantil y cuya escala con la tecnología corriente en la zona permita una acumulación similar. Esto explica, también los alcances y límites de la denominada la vocación ganadera del criollo.Una vocación que opera en la insistencia de un proyecto productivo en permanente deterioro y con escasa viabilidad y sin embargo funciona como sustento de la identidad de los pobladores criollos frente a la población indígena de la región.
El ambiente chaqueño y la reproducción de la vida de los pobladores indígenas.
El usufructo de los ríos
Dos grandes ríos atraviesan y al mismo tiempo delimitan en toda su extensión al Chaco Central: el Bermejo al sur y el Pilcomayo al norte. De hecho, la pesca en estos ríos constituye desde tiempos remotos una actividad central en la reproducción de la vida de los grupos aborígenes Mataco, Chorote, Chulupí y Toba principalmente. Al comenzar el período de mayor sequía y coincidiendo con un sustantivo decrecimiento de los recursos del monte (recolección y caza) se incrementa paralelamente la actividad pesquera que abarca desde el mes de junio a noviembre.
Antiguamente, la presión demográfica sobre las costas del río Pilcomayo estaba asociada al control de los cardúmenes, generándose en forma reiterada conflictos interétnicos entre los mismos pueblos y parcialidades indígenas; recurriéndose, en muchos casos, al vallado del río para tal fin. Así, por ejemplo los Mataco ribereños se enfrentaban a los Tobas ubicados río abajo y también con grupos Chulupí (Nivaklé) moradores de la costa opuesta. Las parcialidades que lograban un control costeño mantenían relaciones de intercambio y reciprocidad con cierta sistematicidad con parcialidades "montaraces" (del interior). Estas situaciones implicaban, con seguridad, diferencias de productividad significativa entre los distintos grupos y parcialidades. Sin embargo estas situaciones observaban una cierta laxitud en virtud de la similar capacidad militar de los agrupamientos tribales
El avance militar conformando la frontera de fortines y el despliegue de un potencial militar muy superior a cualquier agrupamiento indígena generó una crisis profunda en aquel modelo. Ello no era ajeno a los propios objetivos militares y a los intereses de las agroindustrias:
"Difícil será ahora que las tribus se reorganicen bajo la impresión del escarmiento sufrido y cuando la presencia de los acantonamientos sobre el Bermejo y el mismo Salado los desmoraliza y amedrenta. Privados del recurso de la pesca por la ocupación de los ríos, dificultada la caza de la forma en que la hacen que denuncia a la fuerza su presencia, sus miembros dispersos se apresuraron a acogerse a la benevolencia de las autoridades...No dudo que estas tribus proporcionarán brazos baratos a la industria azucarera y a los obrajes de madera como lo hacen algunas de ellas en las haciendas de Salta y Jujuy..." ( B. Victorica: págs. 15 a 23).
Los agrupamientos étnicos-aborígenes debieron reagruparse en zonas exteriores a dicha frontera. Por ejemplo, parcialidades Toba Pilaga fueron obligadas a migrar hacia el noroeste, remontando el río Pilcomayo . En algunas circunstancias desplazando a parcialidades Mataco-Wichi hacia el Oeste, tal es el caso de la ocupación Toba en la región comprendida entre Buenavista y Palma Sola . Algunas parcialidades Mataco-Wichi, si bien tradicionalmente ocupantes de la franja territorial comprendida entre el Pilcomayo y el Bermejo, se vieron en la situación de disputar el mismo espacio con otras parcialidades Wichi y otros grupos étnicos desplazados.
Con la última campaña militar al Chaco (1911) y el auge de la agroindustria azucarera en el ramal de Salta y Jujuy, se desarrolla en la región un ambicioso programa de evangelización-pacificación-sedentarización y organización comunitaria de las parcialidades indígenas sobrevivientes encarado por la Iglesia anglicana. Los impactos de esta proceso de misionalización desarrollado por la iglesia anglicana han sido múltiples. Respecto al caso específico de la pesca, su impacto más importante estuvo dado por la propia organización comunitaria y el tipo de asentamiento al "racionalizar" el acceso a la costa distribuyendo las misiones a lo largo de la misma e impidiendo los vallados.
Según hemos venido sosteniendo, puede decirse que en la pesca indígena la productividad en la captura ha dependido tanto antiguamente como en la actualidad de dos factores principales: a) el acceso y control de la costa y b) la composición interna de las unidades domésticas.
A las consideraciones anteriores debe agregarse un proceso reciente de "mercantilización" de la actividad pesquera. Así, por ejemplo, camiones procedentes de Salta y principalmente de Bolivia incursionan en la zona para comprar el pescado capturado. Si bien las técnicas empleadas no han variado significativamente a partir de este fenómeno, dicho proceso de mercantilización ha implicado cambios profundos en las formas de cooperación en el trabajo y en la capacidad de dar respuesta a esta "demanda" de pescado por parte de las distintas comunidades.
La incursión de estos camiones a determinadas comunidades depende de las capacidades relativas de cada una de ellas para lograr determinado índice de productividad (sin considerar otros factores como las limitaciones que se les impone en muchos casos por parte de las autoridades por ser zona de frontera). Esta capacidad depende de la posibilidad de que un grupo de pescadores puedan lograr una captura que varía entre las 1.000 y 5.000 piezas (dependiendo del tamaño del camión) en un lapso no mayor de dos días (dado lo perecedero del producto).
De acuerdo a estas condiciones de tiempo y productividad existe un grupo limitado de comunidades en capacidad de satisfacerlas. Si se tiene en cuenta que en condiciones óptimas una persona obtiene un máximo de diez piezas comercializables por captura, tendríamos que se requeriría de un grupo de 50 pescadores para lograr completar en dos días un camión pequeño. Lo normal es que estos camiones recorran en esos dos días las tres o cuatro comunidades con capacidad organizativa para una captura relativamente alta (téngase en cuenta que la restricción temporal tiene que ver con la capacidad frigorífica de los camiones que conservan el pescado únicamente con barras de hielo).
La presencia de estos camiones en la zona, al inducir un incremento en la productividad de la pesca tradicional ha generado un proceso de diferenciación entre las comunidades y también entre las unidades domésticas, diferenciación que se asienta en limites y posibilidades demográficas para cada caso. Pero al mismo tiempo este proceso es aún parcial dadas las limitaciones tecnológicas de la conservación, lo que permite aún mantener también las técnicas tradicionales de pesca.
Impactos en las actividades de caza.
El acorralamiento territorial a que fue sometida la población aborigen luego de las campañas militares y la introducción de la ganadería criolla en la zona produjeron modificaciones profundas en la composición de la fauna autóctona, sobre todo aquella competidora y predadora del ganado (Cfr.Astrada,1906; Miranda,1955) .
Inicialmente los extensos pastizales permitían el sostenimiento de animales de cierta talla (corzuela, chancho de monte, carpincho, anta o tapir, oso hormiguero, suri, etc.) e incluso importantes cantidades de ganado vacuno trashumante. Las técnicas de caza implicaban el trabajo colectivo de grupos de hombres que "cercaban" a los animales a veces mediante el incendio de los pastizales, en otras ocasiones mediante sonidos con distintos instrumentos. Precisamente, el nombre de Chaco con la cual se designa a la región parece provenir de la palabra queshwa que designa a este tipo de cacería.
A partir de aquellas nuevas situaciones, los procesos de cooperación y disputa territorial vinculados a las actividades de caza con animales de cierta talla fueron reemplazados por actividades individuales y esporádicas ligadas a la captura de pequeños animales (conejos, iguanas, etc.).
Ello implicó una disminución sustantiva del lugar que ocupaba esta actividad en la reproducción de la vida, de manera tal que las antiguas técnicas colectivas del cercado y el fuego fueron siendo desplazadas por acciones de tipo individual y el uso en algunos casos de armas de fuego.
En sus comienzos aquel impacto significó también la agudización de los conflictos con los pobladores criollos, ya que privados de este recurso los indígenas veían en el ganado un objeto de caza.
Recientemente se ha dado un proceso de mercantilización de la caza en dos tipo de productos: cueros y animales vivos. Para el primer caso los animales que más se capturan son la iguana (Tupinambis rufescens) y la denominada boa lampalagua (constrictor constrictor occidentalis). Los cazadores los utilizan como objeto de intercambio por alimentos con los "bolicheros" de la zona que son los principales acaparadores zonales y constituyen el primer eslabón de un circuito de comercialización que ubica al país como el principal exportador de cueros de iguana (Cajal;1986). Para el segundo caso, el animal más buscado es el denominado loro hablador (Amazonia aestiva).
Pajareros que comercian el loro hablador para su exportación compran los animales ya capturados aunque en muchos casos contratan aborígenes para su captura mediante redes especiales. Con el uso de estas redes especiales logran un incremento de la captura notable aunque modificando en parte las técnicas tradicionales y transformando al cazador aborigen en un contratado a cambio de alimentos y un mínimo "complemento" monetario. Es de hacer notar que el Chaco centro-occidental es la zona de mayor captura del loro hablador.
Del conjunto de las actividades de la economía doméstica india de la zona que menos han sido incorporadas a un proceso de mercantilizaciòn han sido las actividades de recolección, las cuales en la división sexual del trabajo corresponden a la mujer. Sin embargo aquí el mayor impacto ha sido la merma de la productividad de la algarroba existiendo grandes zonas, sobre todo en la costa del Pilcomayo, en las que prácticamente ya no se cosecha. Situación esta explicable en parte por la sustantiva disminución de dicha especie que produjo su tala indiscriminada.
La viabilidad de la agricultura.
En la mayoría de los informes técnicos, se concibe a la agricultura, como un componente central en las pautas de reproducción de los grupos aborígenes. Aún más, si existe alguna referencia en torno a lo que se considera "unidad económica" de los mismos, la agricultura aparece como el elemento central. Esta consideración, debe ser analizada con mayor cuidado . Así, en un informe del Consejo Federal de Inversiones, realizado como soporte técnico para un programa de adjudicación de tierras en la zona se plantea que la agricultura es la actividad económica más importante de las comunidades indias del chaco salteño.
Es cierto que, históricamente, la mayoría de las referencias etnográficas sobre los Mataco, Chorote, Toba y Chulupi, dan cuenta de prácticas agrícolas, principalmente hortícolas, por parte de estos grupos. Sin embargo, no es menos cierto que según dichas descripciones tal práctica era sólo de carácter esporádico y complementaria de las actividades de recolección, pesca y caza.
Es necesario señalar que el peso sustantivo que llegó a tener la agricultura y la horticultura entre los "chaquenses típicos" estuvo asociado directamente a la misionalización anglicana y con ella, tal como se dijo anteriormente, a un programa de reproducción más sistemática de la fuerza de trabajo aborigen.
La concentración de la población india en comunidades a la vez de permitir un control y disciplinamiento social de la misma, requería de programas que intensificaran la productividad en los alimentos capaz de suplantar, en la mayor medida posible, los productos que se obtenían de la recolección y la caza cuya productividad había mermado como resultado de la ocupación criolla de los territorios. La agricultura, con técnicas de riego, fue el instrumento con el que se pretendió garantizar dicha intensificación productiva.
A partir del momento en que la iglesia anglicana comenzó a desentenderse del apoyo sistemático a la agricultura aborigen, la productividad de los cercos, al no contar ya con los medios para mantener la infraestructura del riego artificial, decreció notablemente.
Respecto a la productividad, estudios realizados sobre la extensión de la superficie cultivada por comunidad y sobre los rendimientos de los huertos indican claramente sobre los límites a los que se enfrenta esta actividad. Así, un estudio realizado por la Dirección General de PromociónSocial del Ministerio de Bienestar Social de Salta en el año 1986 indicaba que la cantidad de hectáreas bajo explotación agrícola real en ese período, sumando las veinte comunidades no superan las 240 has. Aunque las has cultivadas varían sustancialmente por comunidad, siendo aquellas con más apoyo, en herramientas, semillas, etc. las que más cultivan, en ningún caso puede decirse que sea la actividad principal. Ello a pesar de que cuatro comunidades representan casi el 50% de la superficie total cultivada. Estos datos siguen siendo significativos en la actualidad ya que nuestras observaciones de campo de los últimos cinco años muestran incluso una tendencia decreciente de ésta actividad.
La agricultura de secano se enfrenta a constricciones ambientales específicas, de allí los altísimos porcentajes de pérdidas que se observan permanentemente. La principal de ellas es la falta de recursos hídricos. Aún la agricultura de regadío tiene serias limitaciones, especialmente por la elevada salinidad de las aguas del río Pilcomayo a lo que se suma su alta turbiedad. De manera tal que en las recomendaciones de especialistas en el tema se sugiere la utilización de las napas de la orilla en tanto su turbiedad decrece muchísimo. El suministro de agua, se enfrenta además de los materiales de arrastre del rio y la excesiva salinidad de las mismas, a las constricciones que impone el permanente cambio en el cauce del rio Pilcomayo (Barreiro;1985).
Además de las constricciones del ambiente , la agricultura presenta en la zona limitaciones de índole más compleja aún. La necesidad de construir y mantener grandes cercos para proteger los cultivos del ganado criollo, que frente a la enorme escasez de pastos incursionan permanentemente sobre los mismos.
En estas condiciones, la práctica de una agricultura de secano no puede ser un recurso central para la reproducción de la vida, cuestión debidamente tenida en cuenta por los pobladores que la practican esporádicamente y solo por aquellos que acceden, por distintas circunstancias, a algunas herramientas y medios de trabajo que en escasa medida aún consiguen a partir de políticas de promoción públicas y/o privadas.
En este sentido, si bien cada comunidad tiene un cerco "comunitario" su usufructo es accesible a un reducido grupo de miembros de la misma: los que tienen vinculaciones más estrechas principalmente con la iglesia anglicana, aún en la actualidad aunque con mucho menor peso que antes, principal soporte de ésta actividad.
El monte y sus recursos forestales,
El monte y sus recursos forestales han sufrido también una serie de transformaciones. Las mismas se expresan en la conformación de la fisonomía del monte y están asociadas principalmente, al menos en el presente siglo, al sobrepastoreo del ganado, lo cual produjo que los antiguos pastizales cedieran paso a una comunidad leñosa y la formación de fachinales (Morello y Saravia Toledo;1959).
Algunas especies se vieron favorecidas y otras perjudicadas con la presencia del ganado. Así por ejemplo la Acacia (Acacia spp.) y el Mistol (Zizyphus mistol) se vieron incrementadas gracias al ganado que las ha diseminado, dada la capacidad de retención de vitalidad de las semillas que pasan por el tracto digestivo del vacuno. Pero en cambio los quebrachos colorado y blanco (Schinopsis y Aspidosperma, respectivamente) se vieron permanentemente perjudicados por el ganado al impedirle su repoblamiento natural. En tal sentido, puede decirse que la ganadería aumentó la importancia de especies con menor valor comercial.
En la zona, los bosques participan directa o indirectamente en la reproducción de la vida humana. Así, el ganado, recurso principal de la economía mercantil simple del criollo, consume casi todas las especies del monte sean los frutos, las hojas y los rebrotes. Los frutos del algarrobo y una cantidad innumerable de vegetales constituyen una parte principal de la dieta de los pobladores, principalmente entre los aborígenes .
Otro aprovechamiento del bosque lo constituye la tala de madera, la cual se limita a la extracción primaria y su transformación en postes. Esta actividad se sigue organizando mediante los tradicionales obrajes en lo que interviene un capitalista (que generalmente es también dueño del almacén de ramos generales) que invierte inicialmente en el transporte de los peones y en el adelanto de las mercancías necesarias para la alimentación del grupo y las herramientas.
El producto principal que se obtiene de esta manera es el poste de quebracho, aunque también y a pesar de las prohibiciones existentes para su extracción, se producen postes de palo santo (Bulnesia sarmientoi) que se utilizan mayoritariamente para el alambramiento de algunos predios criollos.
En menor escala, se producen rollizos para las pocas carpinterías artesanales existentes en la zona las cuales elaboran sillas y mesas que se utilizan en el amoblamiento rústico local. También el monte es utilizado para la extracción de la leña requerida tanto en los hogares criollos como aborígenes, aunque el impacto ambiental en este caso es mínimo ya que se extraen principalmente ramas secas de algarrobo y mistol y en menor medida de ancoche (Vallesia glabra).
Ante la situación de crisis reproductiva, los líderes aborígenes han presionado a las autoridades provinciales a través del Instituto Provincial del Aborigen (I.P.A.) para la obtención de "guías", es decir permisos para la extracción de postes, que es el único producto de extracción forestal con mercado extraregional.
Estas guías fueron otorgadas durante un breve período (dos años) y luego se retiraron con el argumento de la "depredación del monte". Se adjudicaban a un aborigen de "reconocido" liderazgo y destreza en la organización del trabajo; ésta persona funcionaba como "contratista" de otros aborígenes, cobrando un porcentaje del producto total extraído.
Pero la "posteada" (así se denomina a dicho proceso de trabajo) sólo podía ser organizada si se conseguían los adelantos en mercancías (alimentos) capaces de mantener a los trabajadores durante el proceso de trabajo y las herramientas necesarias para realizar las tareas requeridas. Al respecto debe señalarse que no son precisamente aquellos líderes aborígenes quienes podían estar en condiciones de realizar estos adelantos. Este adelanto es realizado casi exclusivamente por algún "bolichero" que junto al negocio de los alimentos interviene además como acaparador de postes y rollizos en la zona.
Para asegurar a este bolichero-obrajero el retorno de su inversión en la posteada su nombre figura en la guía entregada, contando con un mecanismo asegurador. El seguro del obrajero lo aportan los trabajadores aborígenes entregando al I.P.A. el 5% del monto total obtenido en la posteada. Así cuando uno de los receptores de guías no llegaba a la productividad convenida para amortizar los adelantos del obrajero, el saldo era cubierto por ese "fondo de posteada" y el líder aborigen castigado mediante la no renovación de la guía. Cuando la productividad de la posteada es "buena" se saldan primero los adelantos del obrajero y con el remanente se le paga a los trabajadores y al líder organizador (generalmente en mercancías).
Otro destino que tenía el "fondo de posteada", cuando dejaba remanentes, es el de reponer la hachas utilizadas por los trabajadores y también (según consta en los acuerdos firmados por el IPA) es el de acumular capital para financiar posteadas, proceso este sobre cuya existencia no hemos podido realizar verificación alguna
No nos detendremos en el análisis de costos y beneficios de ésta actividad; es suficiente para el objetivo de este artículo retener el hecho de que el decrecimiento sustantivo de los quebrachales implica un esfuerzo cada vez mayor por obtener los postes requeridos, por lo que la actividad, al menos para los trabajadores aborígenes, apenas representaba su reproducción física durante el tiempo de trabajo.
Algunas conclusiones
Las distintas pautas de aprovechamiento de los recursos del medio ambiente por parte de los pobladores indígenas y criollos ha implicado desde comienzos del presente siglo una competencia permanente por su usufructo. Los conflictos permanentes entre ambos sectores de la población arrancan de esta situación básica.
Sin embargo, factores que hacen a la dinámica económica regional son los que explican en forma sistemática la agudización de dicho conflicto y la emergencia de estigmas sociales respecto a los pobladores y sus pautas de usufructo del ambiente, en el marco de un proceso de pauperización que afecta cada vez más acentuada a ambos grupos.
En el caso de la población indígena, la mercantilización de algunos recursos tradicionales está implicando un proceso de subsunción del trabajo aborigen en estas actividades por parte del capital comercial. Esta adquiere determinadas características: a diferencia de la contratación de los aborígenes como jornaleros en procesos de trabajo agroindustriales, implica la valorización de productos tradicionales (ejemplos de la pesca y la caza). Si en los procesos de trabajo agroindustriales la transferencia de valor se realiza por la capacidad de sustento de la propia fuerza de trabajo que tienen las economías aborígenes, en este caso dicha transferencia se realiza mediante la apropiación directa de un producto que es perecedero , obtenido mediante técnicas tradicionales y para el cual no existe un precio de mercado mas allá del que impone el camionero.
Al mismo tiempo, la no complementariedad entre los tiempos de empleo en las agroindustrias con el periodo de pesca, por ejemplo, adquiere una nueva dimensión ya que si en un caso, la decisión en una unidad doméstica podría ser entre pescar para alimentarse o emplearse como jornalero, en el otro caso pasa a ser entre pescar para vender a un camionero y obtener un ingreso monetario o contratarse como jornalero para el mismo fin. Ahora bien, estas decisiones son relativas (no siempre vienen los camiones a comprar el pescado y no siempre aparecen los "enganchadores" para trabajar en las cosechas) y además limitadas dado al carácter de superexplotación del trabajo que implican ambas alternativas para el trabajador y su grupo doméstico.
Esta formas de asalariamiento son esporádicas y "a destajo" no obstante imprescindibles para obtener un ingreso monetario cuyo aporte a la reproducción doméstica se torna cada vez más importante dados los procesos de deterioro medioambientales que influyen decisivamente sobre las actividades tradicionales de recolección, pesca y caza.
Sin embargo, las condiciones de asalariamiento fueron también paulatinamente más precarias en términos relativos. En la época de la contratación en los ingenios la superexplotación a que fueron sometidos los aborígenes implicaba no obstante una retención en los trabajadores en los ingenios mayor que la que actualmente logran los escasos empleos esporádicos. En este sentido, la parte correspondiente al sustento de sus miembros que soportaba la economía doméstica en la reproducción de los productores era menor y garantizada en buena medida por la misionalización anglicana.
Si en un principio, con la instalación de los ingenios, hubo ciertas resistencias por parte de los aborígenes a las formas de explotación en los mismos ello se asentaba en aquella capacidad relativa que aún conservaba el monte para la reproducción de la vida. Situación que fue variando sustantivamente a medida que el territorio fue objeto de explotación de la ganadería extensiva y arcaica del criollo. Fue así, que los aborígenes se enfrentaron a la alternativa de trocar sus condiciones de existencia en el monte por los magros ingresos (principalmente en especies) que recibían en aquellos.
Actualmente, frente al carácter esporádico y breve de los empleos en el sector capitalista (en las plantaciones de poroto, la producción hortícola, en los obrajes, etc.) la parte correspondiente al sustento de sus miembros que requiere soportar la reproducción doméstica debería ser mayor. Sin embargo ello no siempre es posible, al menos en términos de las actividades de recolección, caza y pesca, producto, en parte, de la cada vez menor capacidad de sustentación del medio para dichas actividades y también de la necesidad de comercializar una parte de lo obtenido.
La alternativa de hierro en la que se encuentran hoy los pobladores indios del chaco salteño es la de mercantilizar en condiciones absolutamente desventajosas los escasos productos que aún ofrece la zona, con el objeto de complementar (hasta donde les sea posible) los magros ingresos en especies que provee el "enganche" esporádico en la plantaciones y que permitan garantizar una dieta mínima.
En el caso de los pobladores criollos, la relativa prosperidad que presentaba la zona para sus actividades ganaderas tradicionales fue transformándose paulatinamente en una trayectoria involutiva de su economía doméstica alcanzando en la actualidad, al menos para la mayoría de sus integrantes, niveles de extrema pobreza.
De "pioneros" con expectativas de capitalización pasaron a constituirse en pobres del campo y las unidades domésticas ya no retienen en su seno a los miembros de la familia, debiendo gran parte de ellos migrar hacia las ciudades cercanas sea en forma permanente o temporaria en busca del sustento.
A pesar de estos procesos históricos concretos que indicarían que a nivel socioeconómico las condiciones de existencia de la mayoría de la población criolla tienden a asemejarse a la de la población indígena, prevalecen aún en forma agudizada procesos de relacionamiento interétnicos altamente conflictivos. Posicionamientos de autoidentificación social y étnica que tienden a incentivar imágenes estereotipadas del criollismo pionero y formuladas como pertenecientes a una identidad nacional, alimentan en la población criolla enfrentamientos que adquieren en muchos casos características violentas hacia la población indígena. Al mismo tiempo, posiciones de autoidentificación indigenistas, alientan entre los pobladores indígenas posicionamientos irreductibles respecto a la pertenencia del territorio.
Este proceso, impide en la actualidad un modelo consensuado de aquello que los planificadores gubernamentales han denominado como "propuestas de regularización territorial" en la zona. Aún más, todo parecería indicar que las propias autoridades observan con cierta complacencia la agudización de este conflicto interétnico que traslada hacia los pobladores la responsabilidad ante la falta de una política coherente y consensuada en torno a la tenencia y usufructo de un territorio que presenta la aparente paradoja de configurar un ambiente extremamente desertificado con superpoblación relativa.
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