Capítulo 8
INDICADORES E INDICES
8.1. Indicadores de una variable
El resultado del marco teórico es un conjunto de proposiciones que sitúan dentro de una perspectiva sistemática el problema en estudio. Dichas proposiciones incluyen generalmente una hipótesis a ser verificada y un conjunto de variables o conceptos mediante los cuales es posible el análisis de los fenómenos investigados. Tenemos, por otra parte, un diseño específico para la investigación que nos indica la forma en que los conceptos mencionados deben ser puestos en contacto con los hechos empíricos, dentro de un método que asegure la mayor confiabilidad y validez posibles. Llegados a este punto nos resta desarrollar una actividad que resulta imprescindible para recoger los datos capaces de verificar nuestra hipótesis o para resolver el problema de investigación planteado. Se trata de la operacionalización de las variables, que definimos como el proceso que sufre una variable (o un concepto en general) de modo tal que a ella se le encuentran los correlatos empíricos que permiten evaluar su comportamiento efectivo.
Veamos el sentido de lo anterior con un ejemplo concreto: supongamos que estamos interesados en conocer si existen o no prejuicios raciales dentro de una población. Para ello, naturalmente, deberíamos medir u observar, de algún modo, la presencia de dichos prejuicios, tal como lo hacemos cuando obtenemos datos sobre cualquier objeto de investigación. Pero los prejuicios no son objetos que puedan verse directamente, que puedan medirse como otros hechos del mundo físico: sólo podemos conocerlos a través del modo en que se expresan o manifiestan en situaciones determinadas, a través de hechos o acciones que podemos interpretar como originados en los prejuicios raciales. Estos hechos que se corresponden con los conceptos teóricos que nos interesan Bque llamamos sus correlatos empíricosB son los indicadores de las variables que intentamos medir: sus expresiones concretas, prácticas, medibles. El proceso de encontrar los indicadores que permiten conocer el comportamiento de las variables es entonces lo que se llama operacionalización, para usar un término que traduce más o menos literalmente la expresión utilizada en inglés (V. supra, 7.1).
En el caso de nuestro ejemplo los indicadores de los prejuicios raciales serán la existencia o no de matrimonios interraciales, la distribución de los empleos entre personas de las diferentes comunidades étnicas, las restricciones al uso de elementos comunitarios, las actitudes que se expresan en el trato cotidiano, giros o formas empleadas en el lenguaje coloquial y en los medios de comunicación, etc. Como a veces no es posible incorporar a una investigación todos los indicadores posibles de una determinada variable será necesario, en consecuencia, escoger aquéllos que más directamente reflejen el concepto de refe- rencia y que Bpor otra parteB puedan medirse con más facilidad y confianza con los instrumentos de que disponemos.
Para operacionalizar una variable es necesario partir primeramente de la definición teórica que ya se ha elaborado y, si se trata de una variable compleja, de las dimensiones en que ella puede descomponerse. Luego, revisando los datos ya disponibles y analizando los conceptos en profundidad, podremos encontrar cierto conjunto de indicadores que Ben principioB expresen consistentemente el comportamiento de la variable mencionada. Se podrá decir entonces que la variable se define a partir de un conjunto concreto de indicadores y no ya solamente desde el punto de vista teórico, con lo que habremos llegado a la definición operacional de la variable.
Así, la definición teórica de las migraciones dice que éstas son desplazamientos permanentes de la población, pero la definición operacional de ese concepto debiera hacer referen- cia, más concretamente, a los saldos netos de las diferencias intercensales descontado el crecimiento vegetativo. Se trata de la misma idea, pero presentada ahora de una forma operacional que permite encontrar rápidamente los datos empíricos correspondientes.
La tarea de búsqueda y selección de indicadores es una tarea delicada, que exige al investigador mucho cuidado y que sólo puede realizarse con éxito cuando éste posee una experiencia suficiente. Sucede a veces que existen muchos indicadores posibles para una misma variable y resulta difícil encontrar cuáles son los más apropiados para describirla. En otros casos los indicadores encontrados no son fáciles de medir y deben ser sustituidos por otros menos confiables, pero más accesibles al investigador. Suele ocurrir, en otras ocasiones, que algunos de los indicadores sugeridos no miden exactamente la variable en cuestión sino algún aspecto conexo o colateral, que en realidad posee menor relevancia. Para discernir y actuar de un modo adecuado esta tarea, que es eminentemente práctica, se requiere entonces de una aguda intuición y, más que nada, de sólidos conocimientos sobre el tema investigado. De otro modo se corre el grave riesgo de realizar una selección subjetiva, con lo que puede invalidarse gran parte del trabajo teórico hecho previamente.
Del mismo modo que las variables son susceptibles de ser operacionalizadas, a través de los indicadores correspondientes, las hipótesis elaboradas teóricamente como relaciones entre variables puede también sufrir el mismo proceso. Las hipótesis se Atraducen@ a términos operacionales lo que entonces permite comprobarlas o refutarlas. Para ello se operacionalizan cada una de las variables que intervienen en la hipótesis, definiendo sus indicadores. Luego se procede a relacionar las definiciones operacionales de la variables entre sí, del mismo modo en que se hacía al formular las hipótesis general o teórica. Así se obtiene una hipótesis operacional, que puede ser directamente comprobada o refutada en la práctica.
8.2. Escalas de medición
Todo problema de investigación científica, aún el más abstracto, implica de algún modo una tarea de medición. Porque si tratamos con objetos como una especie vegetal o un comportamiento humano nos veremos obligados ya sea a describir sus características o a relacionar éstas con otras con las que pueden estar conectadas: en todo caso tendremos que utilizar determinadas variables Btamaño, tipo de flor, semilla, o las variables que definan ciertos comportamientos de las personasB y encontrar el valor que éstas asumen en el caso estudiado. En eso consiste, desde el punto de vista lógico más general, la tarea de medir.
La idea de medición es intrínsecamente comparativa. Medir algo, en el caso más sencillo, es determinar cuantas veces una cierta unidad o patrón de medida, cabe en el objeto a medir. Para medir la longitud de un objeto físico nosotros desplazamos una regla o cinta graduada sobre el mismo, observando cuantas unidades (en este caso centímetros o metros) abarca el objeto en cuestión. Es decir que comparamos el objeto con nuestro patrón de medición para determinar cuántas unidades y fracciones del mismo incluye.
La medición de variables no físicas resulta, en esencia, un proceso idéntico al anterior. La dificultad reside en que las variables de este tipo no pueden medirse con escalas tan sencillas como las lineales y en que, por otra parte, no existen para su comparación patrones de medida estandarizados. Si deseamos medir el peso de un objeto podremos expresar el valor del mismo en kilogramos, libras o cualquier otra unidad que, de todas maneras, tiene un equivalente fijo y constante con las otras que se utilizan. En cambio para medir el grado de autoritarismo de un dirigente no existe ni una unidad ni una escala generalmente reconocidas, por lo que el investigador se ve obligado a elegir alguna escala de las que se han utilizado en otros trabajos o, lo que es bastante frecuente, a construir una adaptada a sus necesidades específicas. Resulta evidente, además, que el grado de autoritarismo no es una variable simple como el peso y la longitud, sino una resaltante compleja de una multitud de acciones y actitudes parciales. Por esta razón, medir un concepto complejo implica realizar una serie de operaciones que no tienen lugar en el caso de variables como el peso o la longitud: es necesario definir las dimensiones que integran la variable, encontrar indicadores diversos que la reflejen y construir luego una escala apropiada para el caso.
Una escala puede concebirse como un continuo de valores ordenados correlativamente que admite un punto inicial y otro final. Si evaluamos el rendimiento académico de estudiantes podemos asignar el valor cero al mínimo rendimiento imaginable y un valor de 7, 10, 20 ó 100 puntos, según convenga, al mayor rendimiento posible. Con estos dos valores tendríamos ya marcados los límites de nuestra escala: para concluir de confeccionarla será necesario asignar a los posibles rendimientos intermedios puntajes también intermedios. Con ello obtendremos una escala capaz de medir la variable rendimiento académico a través de los indicadores concretos de los trabajos presentados por los estudiantes, de sus exámenes, pruebas y otras formas de evaluación posibles.
Para que una escala pueda considerarse como capaz de aportar información objetiva debe reunir los dos siguientes requisitos básicos:
a) Confiabilidad: es una medida de consistencia de la escala que nos evalúa su capacidad para discriminar en forma constante entre un valor y otro. ACabe confiar en una escala Banotan Goode y HattB cuando produzca constantemente los mismos resultados al aplicarla a una misma muestra@, [ Op. cit., pág. 289] es decir, cuando siempre los mismos objetos aparezcan valorados en la misma forma.
b) Validez: Indica la capacidad de la escala para medir las cualidades para las cuales ha sido construida y no otras parecidas. Una escala confusa no puede tener validez, lo mismo que en una escala que esté midiendo, a la vez e indiscriminadamente, distintas variables superpuestas. AUna escala tiene validez cuando verdaderamente mide lo que afirma medir@. [Idem, pág. 292.]
Existen diferentes tipos de escalas que se distinguen de acuerdo a la rigurosidad con que han sido construidas y al propio comportamiento de las variables que miden. Se acostumbra a clasificarlas en cuatro tipos generales que son los siguientes: escalas nominales, ordinales, de intervalos iguales y de cocientes o razones.
Escalas nominales son aquéllas en que sólo se establece una equivalencia entre la escala y los diferentes puntos o valores que asume la variable. Es como una simple lista de las diferentes posiciones que pueda adoptar la variable, pero sin que en ella se defina ningún tipo de orden o de relación. Si en una investigación sobre producción agrícola queremos determinar los cereales que se cultivan en una cierta región, tendremos una variable que se designará como Acereal cultivado@. Los distintos valores que esa variable reconoce serán, concretamente: trigo, maíz, centeno, etc. Entre estos valores no cabe obviamente ninguna jerarquía, no se puede trazar ningún ordenamiento. Sin embargo, a la enunciación explícita de todas estas posibilidades la consideramos como una escala, pues de algún modo es útil para medir el comportamiento de la variable, indicándonos en qué posición se halla en cada caso.
Las escalas ordinales distinguen los diferentes valores de la variable jerarquizándolos simplemente de acuerdo a un rango. Establecen que existe una gradación entre uno y otro valor de la escala, de tal modo que cualquiera de ellos es mayor que el precedente y menor que el que le sigue a continuación. Sin embargo la distancia entre un valor y otro queda indeterminada. En otras palabras, tales escalas nos esclarecen solamente el rango que las distintas posiciones guardan entre sí. Un ejemplo de escala ordinal es el que suele usarse para medir la variable Agrado de escolaridad@: podemos decir que una persona que ha tenido 2 años de instrucción escolar ha recibido más instrucción que quien sólo tiene un año y menos que quien posee tres. Sin embargo no puede afirmarse válidamente que la diferencia entre quien posee 2 años de instrucción y quien ha recibido un año es igual a la diferencia entre quienes han recibido 16 y 17 años de educación formal. Por tanto, como no podemos determinar la equivalencia entre las distancias que separan un valor de otro, debemos concluir que la escala pertenece a la categoría ordinal.
Las escalas de intervalos iguales, además de poseer la equivalencia de categorías y el ordenamiento interno entre ellas, como en el caso de las ordinales, tienen la característica de que la distancia entre sus intervalos está claramente determinada y que estos son iguales entre sí. Un ejemplo típico de las escalas de intervalos iguales está dado por las escalas termométricas. Entre 23 y 24 grados centígrados, por ejemplo, existe la misma diferencia que hay entre 45 y 46 grados. Muchas otras escalas, como las que se utilizan en los test psicológicos y de rendimiento, pertenecen a este tipo. La limitación que poseen es que no definen un cero absoluto, un valor límite que exprese realmente la ausencia completa de la cualidad medida. Por ello no se pueden establecer equivalencias matemáticas como las de proporcionalidad: no puede afirmarse que 24oC es el doble de temperatura que 12oC, porque el cero de la escala es un valor arbitrario y no se corresponde con la ausencia absoluta de la variable que se mide. [La escala Kelvin de temperaturas no es de intervalos iguales sino de cocientes, pues sí posee un cero absoluto y no arbitrario. Cero grados en la escala centígrada corresponden a 273 grados en la escala Kelvin.]
Por último tenemos las escalas de cocientes, llamadas también de razones. En ellas se conservan todas las propiedades de los casos anteriores pero además se añade la existencia de un valor cero real, con lo que se hacen posibles ciertas operaciones matemáticas, tales como la obtención de proporciones y cocientes. Esto quiere decir que un valor de 20 en una escala de este tipo es el doble de un valor de 10, o de las dos terceras partes de un valor de 30. Son escalas de cocientes las que miden la longitud, la masa, la intensidad de corriente eléctrica y otras variables del mundo físico. Difícilmente las variables que intervienen en las ciencias sociales son medidas con escalas de razones, pues son contados los casos en que dichas variables pueden ser definidas con la exactitud y precisión necesarias. La economía y la demografía son, entre estas disciplinas, las que más utilizan escalas de razones.
Para terminar este punto Bque el lector podrá encontrar más extensamente tratado en otros textos de la bibliografíaB debemos examinar dos características que deben poseer las escalas de medición: sus intervalos deben ser mutuamente excluyentes y las escalas, en conjunto, tienen que ser exhaustivas. Lo primero significa que cada dato recogido sólo puede pertenecer a una y sólo una de las categorías de la escala. Nunca se debe pues comenzar un intervalo con el mismo valor con que se finaliza el anterior, porque en ese caso algunos datos podrían incluirse, con igual justificación, en cualquiera de los dos intervalos. Por eso es un error confeccionar una escala del modo siguiente:
Edades: 1) de 20 a 25 años
2) de 25 a 30 años
pues aquí las personas de 25 años pueden incorporarse, indistintamente, a cualquiera de las dos categorías presentadas. Lo correcto es colocar:
Edades: 1) de 20 a 24 años
2) de 25 a 30 años
o:
Edades: 1) de 20 a 25 años
2) de 26 a 30 años
Del mismo modo deben evitarse las imprecisiones que den lugar al mismo fenómeno problema cuando se trata de categorías verbales. Una escala donde se incluyen las siguientes posibilidades:
1.- Música bailable
2.- Música folklórica
3.- Música clásica
4.- Música moderna
no tiene categorías mutuamente excluyentes, pues hay música folklórica que es a la vez bailable, música clásica que es moderna o bailable, y varias otras superposiciones entre las diferentes categorías.
Otro requisito importante en una escala es que ésta sea exhaustiva, es decir que en ella puedan ubicarse todos los valores posibles de la variable a medir. En el caso de que resulte difícil construir una escala con todas las posibilidades será preciso agregar el código Aotros@, para resumir allí toda la información que no sea correcto agrupar en las restantes posiciones.
8.3. Los índices. Su utilidad
Supongamos que se desee evaluar el comportamiento de una variable para la cual, una vez elaboradas las definiciones correspondientes, se hayan encontrado diversos indicadores capaces de expresar los valores que asume en distintos objetos. A través de cada indicador se podrán obtener los datos pertinentes, que deberán ser llevados a escalas adecuadas para ordenarlos. Para cada indicador que utilicemos será necesario adoptar o construir una escala adecuada, que cuantifique las observaciones realizadas. Esta podrá ser el tipo más simple Bcomo la escala dicotómica Asi-no@, A0-1@, de dos valores solamenteB o más compleja, con varias posiciones posibles, lo que aumenta su sensibilidad o grado de discriminación frente a los fenómenos medidos. Si es posible, se tratará de utilizar una escala de cocientes, o de intervalos iguales; en el caso de que no se pueda llegar a tanta precisión se adoptarán escalas ordinales o aun nominales, cuando no quede otra alternativa.
De acuerdo a los datos obtenidos evaluaremos en cada escala el comportamiento que, en el objeto de estudio, sigue cada indicador. No obstante, esto todavía no nos permite medir claramente la variable, pues no nos entrega más que información fragmentaria, parcial, que debe ser integrada o sintetizada para llegar a un valor único y final que exprese lo que en realidad ocurre con la variable. Para lograr esto es preciso hacer una suma ponderada de los indicadores que se han utilizado, con lo que se obtiene así un valor total o de síntesis que se denomina índice y que a la postre nos dará la información relevante sobre el problema en estudio. Para esclarecer prácticamente este punto, a veces difícil de captar, nos remitiremos a dar un ejemplo detallado, mostrando cómo se opera para llegar al valor de un índice ponderado.
Nuestra variable ha de ser AExposición a los medios de comunicación masivos@, definida de modo operacional como la intensidad del contacto que un individuo o grupo posee con tales medios. Como existen varios medios importantes de comunicación de masas en nuestra sociedad, los indicadores se referirán al grado de exposición con respecto a cada uno de los medios. Después de un análisis del problema, nuestro hipotético investigador podrá llegar a la conclusión de que los principales medios de comunicación son los cuatro siguientes: cine, televisión, radio y periódicos. Existen otros medios que también podrían ser incluidos, como la propaganda mural y las revistas, pero en este caso hemos decidido dejarlos de lado porque parecen de menor importancia que los anteriores. Esta decisión puede resultar objetable, porque deja de lado medios de comunicación que tal vez sean muy significativos en sus efectos, pero es necesario comprender que en una investigación concreta deben tomarse en cuenta sólo los indicadores de mayor relevancia. De otro modo se encarecería sensiblemente el trabajo, haciéndose más largo y complejo, sin aportar mucho de significativo, como ya se ha comprobado, a las conclusiones finales.
Designados ya estos cuatro medios de comunicación como los más importantes habrá que especificar los indicadores que se adecuan a cada uno de ellos. Así, tendríamos:
Para el cine:
Frecuencia mensual de asistencia al cine.
Para la radio:
Promedio de horas semanales escuchadas.
Para la TV:
Promedio de horas semanales mirando TV.
Para los periódicos:
Promedio semanal de periódicos leídos.
La razón de preferir estos indicadores sobre otros posibles surge de que cumplen con la condición de ser perfectamente factibles de medir y de que, según la experiencia, parecen ser los que mejor configuran la conducta respecto a cada caso. Ahora deberemos construir una escala que resulte útil para medir cada indicador.
Tomemos, para comenzar, el caso del cine. Conceptualmente podríamos discriminar aquí tres posiciones: la de quienes no están expuestos para nada a la influencia de este medio, la de quienes reciben una exposición media y la de quienes reciben un alto grado de influencia. Estas tres ideas deben ser homologadas con conductas definidas cuantitativamente, buscando un equivalente entre los conceptos mencionados y las conductas correspondientes. Para concluir es necesario buscar una equivalencia numérica dentro de la escala confeccionada. Tendríamos así:
Conceptos Conductas Valores escalares
Exposición baja Va menos de una vez al mes 0
Exposición media Va de una a cuatro veces al mes 1
Exposición alta Va más de cuatro veces al mes 2
Esta escala tiene tres posiciones porque suponemos que ello se adecua a las características de comportamiento de la población estudiada. Ello, como se advertirá, no deja de tener un cierto grado de arbitrariedad, es decir, de subjetividad. La escala podría tener más o menos posiciones, y las conductas equivalentes podrían variar según cómo enfoquemos el problema. Aquí lo que priva es el criterio del investigador, basado indudablemente en su experiencia sobre el tema y complementado naturalmente con consultas a otros especialistas o a trabajos anteriores sobre el mismo problema. De todos modos siempre nos quedará un remanente de duda en cuanto a la validez y a la confiabilidad de la escala, aunque éste se puede reducir mediante mediciones repetidas, la correlación con otros indicadores u otros procedimientos técnicos.
Para cada uno de los diferentes medios de comunicación tendremos que realizar una tarea semejante. A modo de ejemplo presentaremos las siguientes escalas:
PARA LA TV:
Conceptos Conductas Valores escalares
No está expuesto Ve menos de 1 hora semanal 0
Exposición débil De 1 a 3 horas por semana 1
Exposición media De 3,1 a 10 hs. semanales 2
Exposición alta De 10,1 a 20 hs. semanales 3
Expos. muy alta Más de 20 hs. por semana 4
PARA LA RADIO:
Conceptos Conductas Valores escalares
No está expuesto Menos de una hora semanal 0
Exposición débil De 1 a 3 horas semanales 1
Exposición media De 3,1 a 10 hs. semanales 2
Exposición alta Más de 10 horas semanales 3
PARA LOS PERIODICOS:
Conceptos Conductas Valores escalares
No está expuesto Menos de un periód. semanal leído 0
Exposición débil De 1 a 4 periód. semanales leídos 1
Exposición media De 5 a 8 periód. semanales leídos 2
Exposición alta Más de 8 periód. semanales leídos 3
Estamos ahora en posesión de cuatro escalas, una para cada indicador, que son capaces de discriminarnos las conductas de los individuos de acuerdo a situaciones típicas, señaladas por los conceptos teóricos. Para llegar al índice, que es el verdadero valor que nos ilustra acerca de la variable, será preciso hacer dos operaciones más: 1) igualar las escalas entre sí, llevándolas a un máximo común, y 2) ponderar los indicadores.
Para igualar las escalas conviene tomar un valor único, con el cual haremos coincidir el máximo de cada una de ellas. Sea este valor 100, muy usado en estos casos por su comodidad. Entonces, la escala de exposición al cine, que tenía un máximo de dos puntos, tendrá ahora un máximo de cien; su mínimo seguirá teniendo un valor de cero. El punto intermedio hallado, cuyo valor es de un punto, será, proporcionalmente, de 50 en la nueva escala. Gráficamente tendríamos:
Escala original
0 --------------------------- 1 ----------------------------- 2
0 --------------------------- 50 ------------------------------ 100
Escala equivalente
Como se ve, se trata en realidad de la misma escala, sólo que se ha cambiado el valor numérico de sus puntajes. Para la radio y los periódicos las proporciones serían:
Valor original 0 1 2 3
Valor equivalente 0 33 67 100
Para la televisión tendríamos:
Valor original 0 1 2 3 4
Valor equivalente 0 25 50 75 100
El segundo paso, la ponderación de indicadores, parte del hecho de que, de acuerdo a la experiencia conocida, la influencia de cada medio de comunicación sobre la población es muy diferente. Es decir que una exposición muy alta a la TV y baja en los otros medios es mayor, de todos modos, que una exposición muy alta a la radio y muy baja en los restantes. Eso porque cualitativamente la influencia de la exposición a la TV es mayor que la que proporciona la radio, porque se trata de un medio no sólo auditivo sino también visual.
Ponderar no significa otra cosa que asignar pesos, pesar la influencia relativa que cada indicador tiene con respecto a la variable tomada en su conjunto. Para hacerlo otorgaremos valores numéricos a los indicadores, de modo tal que reflejen la relación que existe entre ellos, dando a los indicadores más importantes valores mayores que a los menos importantes. Siguiendo con nuestro ejemplo podríamos asignar en este caso los siguientes valores relativos, que llamaremos coeficientes de ponderación:
Para la TV 10
Para los periódicos 7
Para la radio 4
Para el cine 3
Para finalizar con nuestro ejemplo, ilustraremos con un caso concreto la forma en que se hace el cálculo del valor ponderado, que es lo mismo que decir del índice que nos mide la variable como un todo. Supongamos que una persona haya expresado que:
Va al cine dos veces, promedio, por mes.
Escucha unas 4 ó 5 horas de radio por semana.
Ve unas 2 horas diarias de televisión (14 semanales).
Lee un periódico por día (7 semanales).
Entonces, en primer lugar, habría que convertir los valores originales de las escalas en sus correspondientes valores equivalentes y luego multiplicarlos por cada uno de los coeficientes de ponderación. Sumando estos valores, y dividiéndolos luego por la suma de los coeficientes de ponderación obtendremos el valor ponderado total.
Las operaciones a realizar quedan resumidas en el cuadro siguiente:
Valor en la escala original Valores equivalentes Coeficientes de ponderación (1)x(2)
TV 3 75 10 750
Cine 1 50 3 150
Radio 2 67 4 268
Periódicos 2 67 7 469
Totales C C 24 1.637
El valor del índice ponderado se halla entonces mediante la siguiente sencilla operación:
I = 1.637/24 = 68,2
Este es el valor que, en suma, nos interesa. El índice ponderado nos está expresando que, para la persona o promedio de personas considerados, existe un grado de exposición de 68,2 sobre un máximo posible de 100 y un mínimo posible de 0 puntos. Tal valor, dado que la escala va de 0 a 100, puede traducirse a porcentajes, diciendo que la exposición a los medios de comunicación de masas es, para este caso, de un 68% del máximo posible.
Ejercicios
8.1. Construya una hipótesis operacional en base a la hipótesis teórica que aparece en el ejercicio 6.2.
8.2. Dé un ejemplo de una escala ordinal, de otra nominal y de otra de cocientes.
8.3. Determine tres indicadores para la variable AEficiencia en el puesto@, para un trabajo de maquinista en una empresa de construcción.
8.4. Pondere los indicadores del ejemplo anterior, construyendo el índice correspondiente.
8.5. Haga operacionales los elementos del problema definido en el ejercicio 4.1.
8.6. ) Que indicadores se utilizan más frecuentemente para conocer la variable Nivel Socio-Económico? Haga las consultas bibliográficas necesarias.
8.7. Haga operacionales alguno de los siguientes conceptos:
Resistencia de un material | |
Neurosis depresiva | |
Estructura de la población ocupada | |
Participación política | |
Desnutrición |
8.8. )Podría Ud. operacionalizar el concepto Aalma@? Justifique su respuesta.